Palabras del Siervo de Dios
Claves del pensamiento
La alegría es certeza de que Jesús vive y está cerca. Por eso, los grandes acontecimientos se anuncian siempre en la Biblia con una invitación a la alegría: Anunciación, Nacimiento, Resurrección.
La Esperanza es la seguridad en la inefable acción del Espíritu Santo, que va haciendo nuevas todas las cosas, cambiando los corazones y renovando las estructuras.
No podemos consentir con la violencia ni aún con preludio de paz.
Cuando se pierde la referencia del Cielo, cometemos la insensatez de contentarnos con el polvo de la tierra.
Necesita el mundo del trabajo apóstoles seglares que planten y cultiven la fe en los medios laborales.
No olvidemos que el sembrar amor entre los compañeros de trabajo es una magnífica labor social.
El testimonio de una vida volcada en los demás para hacerles ver sus derechos, ayudándoles en su consecución, resulta irresistible a la hora de convencer.
Formar personas intrépidas y equilibradas, de amplia formación y profunda objetividad, serias y nobles, tipos de fiar, de los que dicten y afronten un compromiso.
No cabe poner el énfasis en una conversión personal con olvido del entorno social, ni por el contrario hablar de estructuras por reformar, descuidando el hombre como sujeto de tales reformas.
Sólo el hombre acostumbrado a orar puede hablar y comunicar a otro la salvación.
¿Cultivamos lo suficiente nuestra vida interior, sin cuyo concurso difícilmente puede explicarse una auténtica vocación apostólica?
Ser cristiano es ser hombre de fe comprometida y muy templada en el trato personal con Dios.
Debemos ir haciendo familiar la imagen del militante con el libro entre las manos, que prepara sus lecciones y amplía conocimientos.
Vuestros trabajos y entusiasmos, innegables y meritísimos dentro de nuestras filas, ¿os podrían perdonar las inquietudes y preocupaciones de otros ambientes seculares y, sobre todo, de vuestros medios laborales?
¿Rechazaríais otros compromisos externos por el hecho de que ya sois militantes de una Obra Apostólica?
Hermandad o Centro donde no florezca un comprometido Grupo Apostólico vivirá engañosamente.
Se nos examinará de lo que hicimos, no de lo que discutimos o teorizamos.
A los jóvenes los queremos y os necesitamos, optimistas y piadosos, responsables y confiados, amigos de todos y sumisos, colaboradores y emprendedores, con brío y con equilibrio, apóstoles y hombres de mundo. La canción en vuestros labios nunca podrá desmentir vuestra capacidad de esfuerzo y sacrificio. Defenderemos siempre vuestras actividades deportivas y artísticas, porque os queremos fuertes y sensibles.
No justifiquéis vuestra presencia en Hermandades si no es bajo el compromiso de la acción. Lo que importan son los objetivos, las opciones quedan por los caminos.
Lo peor es que lleguemos a aceptar como signo positivo de los tiempos que corren el arrinconamiento de Dios y la exaltación del espíritu secularizador.
Por evangelización entendemos el anuncio explícito del Reino, la llamada a la conversión y la invitación a la fe. Y, como fruto de todo ello, la constitución de una comunidad que viva en el Espíritu la alegría de la salvación. Con esta claridad, con esta valentía y con esta responsabilidad, hemos de llevar nuestro mensaje a los centros de trabajo.
El Papa Pablo VI denuncia los “grupos espontáneos” y vuelca su simpatía y esperanza en los llamados “providenciales”, porque aceptan una severa y ordenada preparación a la vida interior y al apostolado exterior. Yo quisiera merecer la gloria de poder ofreceros a la Iglesia como uno de esos “grupos providenciales”.
Desde aquí que es el altar, lugar solemne por la presencia de Cristo, rubrico y confirmo, aliento y agradezco todo cuanto os esforzáis dentro de la Obra por su desarrollo y crecimiento. Dios, que ve en lo escondido, os lo premiará, y nosotros, que lo adivinamos, os lo agradecemos.